¿Has pensado en tu edad?.
Yo a veces medito sobre la mía y concluyo que al menos en apariencia, los años que tengo no son ni tantos ni tan pocos.
Sin embargo, este juicio es bastante relativo, dado que en la colección de tiempo de cada uno, sabemos, por cierto, la cantidad que cargamos sobre nuestras espaldas, pero no cuánto nos resta para consumirlo.
Hay, sin duda, una valoración subjetiva de los años que cada cual tiene. Pero también existen antecedentes objetivos en relación con las distintas etapas de la vida: infancia, adolescencia y juventud pueden tomarse como preámbulos; madurez adulta, como el capítulo central; vejez, como epílogo. Los 15 no son equivalentes a los 40, ni éstos a los 70. Evidentemente, en cualquiera de esas "estaciones vitales" hallamos su dificultad y su gracias. Para nadie es fácil ser niño, ni adulto, ni anciano, pero sí es recomendable disponer el alma, la mente y el cuerpo para que sean cuales sean las primaveras en las que estemos, ellas se vivan con alegría y gratitud, cualidades naturales a los que reconocen motivos para que su esperanza se prolongue y su agradecimiento se manifieste ante quienes corresponde.
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