sábado, 14 de marzo de 2009

A veces me canso de ser Hombre y también...


Hoy me lamento de ser tan ilusa y tan crédula, tan ingenua siempre. Ayer hablaba con la Pame, y claro, no se trata que el mundo(hombres) mienta, sino que ven las realidades en otras dimensiones, que nosotras las mujeres no alcanzamos a entender y menos a comprender..
Me cansé de ser la misma y de esperar siempre que todo esta vez si resulte.
Fanny Andrea está un poco aturdida y piensa que pronto tomara cartas en el asunto.
Escribo correos que no enviare. Pienso muchas cosas en las noches que no voy a decir. Pienso y pienso. Rio. Y vuelvo a pensar.


2 comentarios:

  1. Sucede que a veces, me canso de ser mujer...
    Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
    marchita, impenetrable, como un cisne de fieltro
    Navegando en un agua de origen y ceniza.

    El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
    Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
    sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
    ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

    Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
    y mi pelo y mi sombra.
    Sucede que me canso de ser mujer.

    Sin embargo sería delicioso
    asustar a un notario con un lirio cortado
    o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
    Sería bello
    ir por las calles con un cuchillo verde
    y dando gritos hasta morir de frío

    No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
    vacilante, extendido, tiritando de sueño,
    hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
    absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

    No quiero para mí tantas desgracias.
    No quiero continuar de raíz y de tumba,
    de subterráneo solo, de bodega con muertos
    ateridos, muriéndome de pena.

    Por eso el día lunes arde como el petróleo
    cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
    y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
    y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

    Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
    a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
    a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
    a calles espantosas como grietas.

    Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
    colgando de las puertas de las casas que odio,
    hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
    hay espejos
    que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
    hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
    Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
    con furia, con olvido,
    paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
    y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
    calzoncillos, toallas y camisas que lloran
    lentas lágrimas sucias.

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  2. (con todo respeto hacia don Pablo Neruda.)

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